Nueve amigos perdidos por Paris

El lunes fue el día que fuimos a la Torre Eiffel. Pero antes pasamos por el museo del Louvre. Quedamos a las ocho y media en la Mairie y todos comentábamos como eran las casas, las familias, y las francesas. Cuando llegamos todos cogimos la comida y nos fuimos con dirección al museo del Louvre.

Después de la visita al museo nos encaminamos a la torre Eiffel. Cuando llegamos nos impacto mucho, no nos la imaginábamos así. Después de hacernos algunos fotos fuimos a comer a unos jardines que se encuentran detrás de la Torre Eiffel. Tuvimos mucha suerte, hacia un tiempo buenísimo y nos quedamos tumbados, vagueando y escuchando música.

Después de un rato de relax entre amigos decidimos subir a lo alto de la torre, pero como había demasiada gente para subir en el ascensor, pensamos que subir por las escaleras no era una mala idea, pensamiento que desapareció cuando llegamos al primer piso y todavía día nos quedaban dos por subir. Sinceramente fue una paliza total, pero al llegar arriba nos vimos que había merecido la pena subir casi seiscientos escalones. Estar ahí arriba fue una sensación inolvidable.

 Mas tarde nos dirigimos hacia la Opera de París, pero no entramos. Estuvimos andando por toda esa zona de tiendas y hoteles lujosos que nos impresionaron mucho. El cansancio podía con nosotros, y se acercaba la hora de quedada con los demás franceses, así que decidimos ir ya hacia el metro para volver a Montreuil, donde nos esperaban los franceses en el colegio para tomar el “pot de bienvenue”. Comimos todo tipo de galletas, y refrescos, mientras nos integrabamos con los franceses.

El lunes fue un día interesante, pero a la vez matador. Fue el principio de una muy buena semana.